Comienzo esta aventura un tanto extraña, sólo con dos palabras en la cabeza: libertad y pensamiento. Creo que ambas se corresponden, adquieren sentido juntas y danzan en un baile sin fin. No me imagino una libertad irreflexiva o un pensamiento que merezca dicho título sin que medie cierta libertad. Así pues, me gustaría encuadrar este proyecto en una intensa y vívida necesidad de «pensar libremente», sin andamiajes teóricos, morales o identitarios. Sacar a relucir ideas extrañas o cavilaciones pretenciosas, sin más. Evidentemente, lo que expongo es una quimera, todos escribimos desde un lugar muy concreto y con unas ataduras bien marcadas, todos escribimos para algo (o, quizá, para alguien), pero ahí entra el papel del lector astuto, del provocador indecente que me llevará a las cuerdas y sacará sin piedad todos mis errores y contradicciones (que serán muchos y variados). Ahí los aguardo a ustedes, caballeros. Escribiría para mí si quisiera aplausos inmerecidos, escribo al mundo para encontrar motivos que me lleven a seguir pensando. Quién sea o de dónde venga poco importa, tampoco sé qué busco (de ahí el desorden de este pequeño rincón para la palabra). No tengo excusas, justificaciones ni perdón. Pueden llamarme Ipítaca.
- ipitaca
- 1 diciembre, 2020
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