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¿Cansados de Casado? El muchacho de la eterna sonrisa y la eterna promesa.

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La página 164 del libro de lecturas

Cuando era pequeña, uno de los castigos más terribles y sin embargo más útiles a los que tenía que hacer frente era copiar una y otra vez el cuento de La Lechera. Era una niña bastante habladora en el colegio y a mi profesor de primaria eso le parecía que podía interrumpir las clases y distraer a mis compañeros que se siempre estaban dispuestos a seguirme en mis desvaríos dialécticos y llegar hasta donde nuestra imaginación pudiera llevarnos. 

Hoy por hoy, quizás se considere que es una expresión natural del niño y que hay que dejarlo en su espontaneidad siguiendo las pautas rousseaunianas, pero este profesor sabía de lo que hablaba y en cuanto a mí se me iba la lengua, me ordenaba buscar la página 164 del libro de lecturas y comenzar a copiar el cuento de La Lechera. Supongo que todos ustedes estarán familiarizados con este cuento popular de la joven mujer que camina alegre hacia el mercado con una vasija de leche sobre la cabeza fantaseando cuántas cosas podrá adquirir de los beneficios que esa leche le reporte. Camina distraída la lechera contenta, gozosa, pletórica, pensando cuánto atesoraría, qué felicidad le esperaba cuando pudiera por fin vender la leche que sostenía con firmeza. Sin embargo, precisamente por su ensimismamiento, esa lechera acaba resbalando y esa vasija rompiéndose en mil pedazos. Ya no hay leche, ya no hay sueño, ya no hay nada. 

La potencialidad del candidato de la eterna sonrisa

Y, ¿por qué vengo hoy a traerles a colación este cuento que desde la fábula de Esopo nos ha llegado a través de El Conde Lucanor y que tantas moralejas y tantas enseñanzas esconde? Pues sinceramente creo que este cuento refleja perfectamente las virtudes en potencia de un posible liderazgo en potencia que, tras años de haber sido elogiadas por diferentes analistas, consultores, articulistas, sigue estando a ojos de todos, pero en potencia. En efecto, me refiero a Pablo Casado, hablo del que debería ser el líder de la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez. 

Creo que la labor de la oposición es esencial en toda democracia, sin su control cualquier gobierno podría verse tentado a expandir su poder sin límites y sobrepasar los lindes por todos establecidos. Poco importa quién protagonice este rol. Esta vez es el PP bajo el “mando” de Casado, en el pasado fue el PSOE de Rodríguez Zapatero, Rubalcaba o el mismo Pedro Sánchez. Sea quien fuere, insisto en la idea de que el rol del líder de la oposición es crucial y más aún en momentos como los que estamos padeciendo en los que, por ejemplo, se han tenido que declarar varios Estados de alarma (cuyos rasgos de inconstitucionalidad han sido puestos de manifiesto por el TC); un momento en los que los presos independentistas se han visto obsequiados con los indultos y cuya respuesta por parte de la oposición fue una recogida de firmas y un par de soflamas en el Parlamento; un momento en el que comprobar la factura de la luz está suponiendo una pesadilla para cientos de familias españolas; un momento en el que los principales órganos de las instituciones del Estado están por renovar; un momento en el que se nos presenta una mesa que a todas luces es bilateral entre el Gobierno de España y el de la Generalitat de Catalunya donde parece que habrá negociaciones que en buena lógica debieran discutirse en el Parlamento, lugar de la soberanía popular. 

Pese a lo acuciante del momento, parece que Pablo Casado tiene otras preocupaciones y su agenda otros asuntos que resolver. Probablemente no le falte razón, después de todo, siempre hay algún barón o baronesaque impide a esta joven promesa alzarse como el líder que es en potencia en el seno de su propio partido, siempre hay otra formación política que le hace la puñeta a la izquierda o la derecha, siempre hay una herencia que pesa mucho, siempre hay… No obstante, parecía que ahora era el momento de la oposición, pues eran muchos los españoles que la esperaban precisamente hoy, el día en el que se sentarán Pedro Sánchez y Pere Aragonés frente a frente. ¿No era este momento de alzarse por encima de otras voces y exponer claramente su repulsa? ¿Proponer alternativas, dar la batalla? ¿No era el momento de hacer que esta mesa que iba a pasar sin pena ni gloria estuviese en el centro y se convirtiese en el eje fundamental de una estrategia de oposición clara y firme[1]

Sin embargo, parece que no, todo sigue en potencia con Casado. Poco o nada de esta evidente potencialidadse ha hecho factible. Sus partidarios siguen con una ilusión sólo comparable a la que acompañaba a nuestra joven lechera de camino al mercado. Ciertamente cuando Casado llegó a la presidencia del PP había mucho por resolver, muchas deudas, mucha corrupción, muchos adversarios internos. Pero ¿no han pasado ya muchos años? ¿Hasta cuándo hemos de esperar para que la joven promesa deje de ser promesa? Como él mismo dice, cuarenta años no son pocos años, me parece que excusarle por ‘novato’ es lo contrario a hacerle un favor. 

Ni está, ni se le espera

Con este artículo no quiero dar a entender que tengo ciertas simpatías por este candidato o por este partido, ni mucho menos, sin embargo, me parece que el hecho de que las miradas estén centradas en otros partidos pone sobre la mesa precisamente que aquí tenemos un problema. En mi opinión, en el momento en el que estamos quien debiera estar día sí y día también exponiendo alternativas y contraponiendo posibles derivas del Gobierno es la oposición poniéndoselo difícil, obligándole a dar cuentas y ser transparente en cada uno de sus pasos. 

En fin, no quisiera alargar más esta digresión no sea que tantas palabras y vericuetos nos hagan tropezar tan torpemente como a la protagonista de nuestro cuento. Simplemente preguntémonos cuánta paciencia ha de tenerse ante un candidato joven con buena oratoria, con un futuro por venir, con estudios, con compromiso, con valores claros. Cuánto tiempo ha de esperarse. Quizá no haga falta una respuesta pues, tal y como se están sucediendo los acontecimientos, este joven lechero es posible que acabe cayendo por un empujón antes que por un tropiezo irreversible. El tiempo lo dirá.

Y como a don Juan le gustó este cuento, lo hizo escribir en este libro y compuso estos versos:

En realidades ciertas os podéis confiar,

mas de las fantasías os debéis alejar.


[1] Más aún tratándose del PP, es decir, el partido que supuestamente aboga por una mayor centralización de las competencias y que tendría que distinguirse por llevar como máxima aquello de “ley y orden”.

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