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El voto de la desesperación: ¿es Trump el último mito americano?

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La victoria de Trump en 2024 es un eco feroz que ni las mejores teorías podrían prever. El eterno regreso de lo inexplicable. Para algunos, el tipo de fuerza que arrasa con todo a su paso, como un maremoto de inconformismo y hastío. Para otros, un recordatorio de que el proyecto liberal está haciendo aguas; un proyecto que Patrick J. Deneen diseccionó con la precisión de un cirujano, señalando su fracaso no como un simple error, sino como una paradoja existencial.

Deneen sostiene que el liberalismo ha caído en su propia trampa: querer liberarlo todo, sin importar las consecuencias. Así, en su frenesí por democratizar hasta el último rincón del planeta y multiplicar las oportunidades de elección individual, ha debilitado las estructuras comunitarias que dan sentido a la vida colectiva. Trump, el eterno disidente del establishment, no es tanto una anomalía como un producto inevitable de este clima de desencanto. Para Deneen, el liberalismo prometió prosperidad y lo que entregó fue desigualdad; prometió una comunidad plural y lo que dejó fue una masa atomizada, donde cada individuo es una isla sin vínculos sólidos.

Trump en 2024 no representa solo un retorno al poder, sino un grito irónico desde las profundidades de la cultura americana: «¡Basta de promesas vacías!» Es la última carcajada del sistema hacia aquellos que todavía creen que una estructura desgastada puede sostenerse sobre promesas de libertad individual y progreso sin fin. Tal vez la victoria de Trump sea un reflejo irónico de la victoria del liberalismo, esa que se ganó en las aulas de las universidades y en las páginas de periódicos progresistas, pero que fue perdiendo a cada ciudadano que miraba desconcertado cómo su vida se desmoronaba mientras las élites hablaban de ‘progreso’.

Así, en lugar de estar ante una crisis de gobernanza, estamos ante una crisis de sentido. Como decía Deneen, la cultura liberal mata lo que una vez sostenía a la sociedad, y en ese vacío surgen figuras como Trump, el avatar del descontento y la desconfianza. Porque, después de todo, ¿qué es Trump sino la respuesta de un público harto, un gigante con pies de barro en medio de la desolación de los proyectos rotos?

La victoria de Trump en 2024 es la respuesta brutal a un sistema que nos ha prometido emancipación a golpe de consumo, libertad a golpe de deuda, identidad a golpe de algoritmos. El triunfo del neoliberalismo es tan evidente que se ha vuelto autodestructivo, y ahí está Trump, como el síntoma final de una civilización en su ocaso.

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