Sin que nos hayamos levantado bajo la misiva de “alerta antifascista”, como ocurrió tras las elecciones andaluzas de 2018, no hay duda de que las elecciones catalanas han supuesto un revuelo en la política nacional cuyos efectos aún están por determinar[1]. Los catalanes que acudieron a las urnas (o a Correos) para ejercer su derecho al voto, lo hicieron sabiendo que toda España tenía su atención puesta en su región (una vez más) y que de lo que aquella jornada saliese dependería en gran medida el futuro del país. Las encuestas que habían sido publicadas eran poco fiables en vista de la previsible baja participación y de la cantidad de indecisos (un personaje al que cada vez nos tiene más acostumbrada la política y que tendremos que seguir muy de cerca en próximos comicios). No podemos negar que la campaña hasta el momento había sido tan bronca como insustancial[2]. Lo de insustancial no merece demasiadas aclaraciones, cualquier persona que sintonizara los debates que se emitieron en televisión advertiría enseguida que los candidatos carecían de ideas. Se limitaron a cuestionar una posible vacunación de Illa o la conveniencia de que abandonase el Ministerio en medio de la tercera ola. “Todos contra Illa” gimoteaba el candidato, que sabía que saldría beneficiado. Ese teatrillo fue todo. No había ideas, no había proyecto. De hecho, para sorpresa de muchos, del problema independentista apenas se habló en los platós, hubo pocos lazos amarillos y contadas mascarillas con la bandera española. Un dato relevante que muestra el estado de ánimo de la población y sus políticos.
Convidados de piedra:
Como es sabido, ERC buscaba requilibrar sus fuerzas y torcer la balanza en el sector independentista del electorado catalán. Ahogado en un Govern ingobernable y con una lucha pendiente con JxCat, superarle en número de escaños y votos era su principal propósito, lo que consiguió. Para ello, se vio obligado a recurrir a un siempre solícito Junqueras que acudió al rescate desde Lledoners fresco y raudo. La jugada esta vez no podía salir mal, Junqueras era muy consciente y los funcionarios de prisiones se ve que también. Ya saben, a ERC les adoran las encuestas, pero les maltratan las urnas y ésta debía ser la definitiva.
Por su parte, como es de esperar, JxCat no iba a permitir que ERC les despojara de su preminente lugar. La campaña de Borràs se basó en una crítica constante del posibilismo de Esquerra y una sutil agitación de la llama de la autodeterminación. Curiosamente, no hizo gala de su imputación por el Supremo, algo que suma puntos entre su electorado, quizá esto se deba a que habría puesto en cuestión su propia candidatura y a que, además, los delitos por los que se le imputan son más de meter la mano en la caja que de perseguir los anhelos de un pueblo oprimido. En cualquier caso y pese a sus empeños, no lograron mantener posiciones. La sombra de Waterloo está cada vez más difuminada. Amén.
Pasemos a EnComúPodem con Albiach a la cabeza. La candidata se presentó prudente y salvó los muebles a pesar de Pablo Iglesias (y no gracias a él). Salieron satisfechos de una contienda en la que tenían mucho que perder. El tipo de propuestas que puso este partido sobre el tapete son aquéllas que su electorado compra aún a sabiendas de la imposibilidad de su cumplimento (al fin y al cabo, saben que no van a gobernar, al menos, en solitario).
En cuanto a Iván Redondo, el asesor de la Moncloa y la mano que mece la cuna de Pedro Sánchez, volvió a demostrar su audacia con el “efecto Illa”. Es asombroso asistir a esta profecía auto-cumplida que no contaba con ninguna gestión que la respaldase. El lenguaje es maravilloso y el cerebro humano inescrutable. Las maniobras del gurú de Moncloa funcionaron una vez más. En el PSOE lograron mantener a Iceta en silencio y presentar la candidatura de Illa lejos de toda evocación a indultos, amnistías, referéndums o nacionalidades. España está en campaña de vacunación, ¿no?, ¿para qué hablar del problema independentista catalán en las elecciones catalanas? Pues eso.
La cosa se torna más interesante cuando pasamos al flanco autodenominado “constitucionalista” que es donde realmente se estaba jugando la partida[3]. Cs (y toda España) sabía que el 14 de febrero iban a hacer frente a una caída sin precedentes, el derrumbe iba a ser colosal, simplemente había que esperar y cuantificar daños. La huida de Arrimadas a Madrid había sido leída como una traición por la mayoría de sus votantes y el no presentarse a la investidura las pasadas elecciones supuso el final de un romance tan apasionado como breve. No sabría decir si fueron los votantes los que abandonaron a Cs o viceversa, pero si fue Cs el que lo hizo, creo que es una estrategia increíble (por incomprensible, por supuesto). De todos modos, parece que dieron la batalla por perdida pues la campaña fue desastrosa desde el inicio. Ni Carrizosa tiene fuelle como candidato, ni el fichaje de Anna Grau consiguió apartarlos de una inclemente caída. De 36 a 6 escaños, una pérdida de apoyos de un 90%. Juzguen ustedes.
En cuanto al PP, la suya es una triste historia a la que cualquier analista asistiría con extrañeza y asombro. Si me preguntan por Alejandro Fernández, diría sin dudarlo que es el buen vasallo al que le faltó un buen señor. Y si bien era algo que ya se sabía, se hizo patente durante la campaña, concretamente en la entrevista que Pablo Casado concedió para RAC1 en la que casi se disculpaba por no responder en catalán al entrevistador y en la que hizo declaraciones del todo confusas sobre las cargas del 1-0, unas cargas que, en su opinión, debían haberse evitado. Evidentemente, una sociedad cansada y exhausta de los usos y abusos de los independentistas, no busca una actitud aguada y timorata como ésta. Ciertamente, los ánimos no eran los de 2017 con la ley de referéndum recién aprobada, declaración unilateral de independencia, presos y huidos, pero el hastío sigue siendo palpable. Pablo Casado tenía la vista puesta en Bárcenas y sus declaraciones y no en lo que se estaba jugando en Cataluña.
Como he mencionado anteriormente, los asistentes a esta exhibición no hicieron ninguna aportación relevante. Una gestión dudosa de la pandemia, una crisis económica en ciernes, un Govern desgajado, una financiación autonómica pendiente de revisión, un independentismo que espera recobrarse del último golpe para seguir “fins el final”, la hostelería y el pequeño comercio de capa caída, ¿y nada interesante que decir?, ¿tan ocupados están en sus pueriles objetivos cortoplacistas como para no aportar nada relevante al debate?
Entonces, llegó VOX y tiñó el mapa de verde.
Un invitado especial irrumpe con ¿violencia?
Los altercados de los últimos días en Barcelona, Madrid o Valencia han puesto en cuestión el papel de la violencia en nuestra sociedad. En los obtusos límites que traza el sistema democrático, tal y como ha sido configurando, no entra la violencia[4]. La vicepresidenta, Carmen Calvo, así lo manifestó en su cuenta de Twitter: «Ni la violencia ni las amenazas tienen cabida en una democracia. Así no»[5]. Al fin y al cabo, el pacto sobre el que se funda la constitución de un Estado soberano se basa en la cesión individual del uso legítimo de la violencia para que sea el Estado el que ejerza su monopolio en defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos que lo componen. Así es como se aseguró un entorno más o menos pacífico después del desastre de las guerras de religión que conmovieron Europa entera y así es como hemos funcionado.
Ahora bien, cabe tener muy en cuenta que esta expulsión negociada de la violencia ni es natural, ni es efectivamente real. Hobbes se refería al estado natural de las cosas como un estado de guerra y, aunque el hombre no sea exactamente un lobo para el hombre, en esto no estaba del todo desencaminado. Siempre ha habido un juego de fuerzas exaltadas, unas intrínsecas al propio sistema y otras que lo violentan desde fuera en una u otra dirección. Sólo así se han conquistado derechos, no lo olvidemos, y sólo así se ha defendido la nación, conviene recordarlo. La democracia ha tomado forma al son de iracundas corrientes que han moldeado gustosamente sus contornos y seguirá ocurriendo.
¿Cabe ver en esto una fatalidad del sistema? Pues no lo veo así, la verdad. Como cualquier modo de organización, la democracia tiende al afianzamiento del status quo imperante y a la solidificación del estado de cosas vigente. Consentírselo sería su fin. La democracia surge con la crítica y sin crítica no hay democracia. Así de simple. Sin equilibrio de poderes no hay sistema que se precie, sin cuestionamiento de su funcionamiento, sin vigilancia, sin filosofía, se acabó este régimen tal y como lo conocemos. ¿Es la democracia el mejor de los sistemas? No, es angustiosamente imperfecto y, de hecho, es por definición incompleto y precario. Sin embargo, es la forma de organización que más prosperidad ha traído y nos sentimos obligados a defenderla y perpetuarla.
¿Qué tiene que ver todo esto con VOX? Se preguntarán no sin razón. La respuesta a mi parecer es bien sencilla: VOX, señores, creo que es la fuerza más violenta, después del 15M y Podemos, que ha venido a poner a la democracia en cuestión y eso, nos guste o no, es impagable. Considerándolo fuerza externa a la democracia no presupongo que VOX sea un partido antidemocrático, no lo creo. Me parece que la realidad es más compleja. En mi opinión, VOX es un partido que en muchas cuestiones juega a ser antisistema y, precisamente por ello, es el partido al que la democracia debiera estar más agradecido.
Por muy respetable, legítima y buena que sea una postura política, ¿es democrática si no es cuestionada en modo alguno?, ¿no pasa a ser puro fundamentalismo una idea que simplemente se da por supuesto y sobre la que no debe verterse crítica alguna? Incluso las verdades o principios más elementales, ¿no quedan obsoletos si nos contentamos con observarlos?, ¿no mana de todo ello una pérfida putrefacción?
Cuando hablábamos de las elecciones catalanas nos hemos referido a un panorama vacío de ideas y propuestas, a esta cita electoral han acudido puntuales unos políticos idiotas (idiōtēs en sentido estricto) más preocupados por gráficos y encuestas que por programas y proyectos. VOX en esto no ha sido diferente, no se equivoquen, pero sabe que ganarse a su electorado supone diagnosticar bien cuáles son sus preocupaciones cotidianas y sus inquietudes. ¿Alguien más habló de la nación española a una población que se siente apátrida en su propia tierra y acosada por sus gobernantes?, ¿nadie más percibió que el miedo al extranjero es un filón electoral en un panorama de crisis e inseguridad?, ¿a ningún catalán le preocupan la violencia en las Ramblas o la islamización de algunos barrios? Todos los candidatos lo sabían, pero hay cosas de las que conviene no hablar. No era momento de plantear el problema nacionalista cuando se tienen tantos compromisos y adeudos, como tampoco referirse a los problemas que se derivan de la inmigración cuando es un tema tan controvertido.
¡Menuda cobardía!, ¡menudo favor se le hace al populismo y que poco a la democracia! Precisamente el no abordar los problemas es lo que hace que se enquisten. No hablar de inmigración hace que el odio al inmigrante crezca y VOX suba como la espuma. Ignorar los tejemanejes independentistas no hace bajar el sufflé, es una humillación más para media Cataluña y toda España. Sigamos menospreciando el pensamiento y la democracia languidecerá.
“Puertas abiertas”, perfecto, pero veamos cómo podemos hacerlo, de qué manera gestionarlo. “Diálogo”, sin problema, ¿entre quiénes?, ¿en qué condiciones?, ¿sobre qué? En tiempos de polarización, la sociedad quiere respuestas simples y no existen. Pero esto no es óbice para infantilizar al ciudadano. Tratémonos como adultos, por favor, no nos perdamos el respeto intelectual. Más nocivo que la respuesta tosca y visceral de un partido como VOX es el silencio de todos los demás. Al menos VOX cuestiona lo dado, plantea problemas, remueve conciencias. Al menos VOX nos recuerda que la democracia no consiste en asumir una serie de principios intachables y que está en constante transformación.
La democracia es algo vivo y VOX, para nuestra desgraciada suerte, ha venido a recordárnoslo. Y, cuidado, aprende rápido, sólo advierto al lector que ya ha creado un sindicato, “Solidaridad”, que recoge las demandas de los trabajadores y de los menos agraciados por esta democracia de postín. Una parte de la población que crece tanto como la indignación que sus «representantes» les provocan.
Mientras algunos gastan horas en discutir sobre la PCR de Illa o si debemos acostumbrarnos al pavoroso “portavoces y portavozas”, VOX toma el pulso de la democracia y pregunta si sigue viva. ¿Seguiremos discutiendo si hubo una República de siete, cuatro o tres segundos mientras la hostelería catalana está ahogada?, ¿cuántos debates más le dedicaremos a los Tweets de Pablo Echenique mientras España muere de hambre y cansancio? Por decirlo brevemente: ¿hasta cuándo vamos a seguir en nuestros necios debates mientras el mapa se tiñe de verde?
[1] Quien piense que una mudanza de Génova va a apaciguar el ruido de sables en el PP o el mutismo de Arrimadas el de Cs, no ha sabido leer los resultados de estas elecciones, como tampoco los de las gallegas y las vascas.
[2] He de reconocer que es difícil hacer campaña en Cataluña, pero es que además hay que sumar un contexto de pandemia y un intento fallido de aplazar las elecciones por conveniencias sanitarias y/o electorales.
[3] No sabía si incluir o no al PSOE bajo este rótulo, háganlo ustedes si quieren, atendiendo a la historia del PSC, yo no me atrevo.
[4] Otra cosa es la manera en que de facto se conduce.
[5] https://twitter.com/carmencalvo_/status/1363089859968184326?s=20
8 comentarios en “¿Gracias VOX? 14F, el mapa se tiñe de verde”
VOX pronto gobernará en España con mayoría absoluta. Vox no es nada raro, es la respuesta a la traición del PP europeo a las patrias y su aceptación de los neomarxismos globalistas. En Plonia y Hungría ya no existe el PP, MIra las encuestas de Italia, Lega de Salvini y los hermanos de VOX Fratelli d´Italia son primera y tercera fuerza en las encuestas. Chega ya es de facto tercera fuerza en Portugal, El partido de la libertad de Wilders en Holanda, Alternativa por Alemania, etc harán que esa derecha marxista, anticatólica y masónica desaparezca por traidora.
En la política española el único extremismo que hay es el de los partidos globalistas que van de BILDU y las CUP al PP y la única voz que se opone y hace crítica a sus leyes de manipulación histórica, sus delirantes agendas de género, su permisividad con la inmigarción masiva e ilegal, con el femiestalinismo es VOX. La única fuerza que critica en hispanófono, inviable económicamente y divisor Estado de las Autonosuyas es VOX.
Algunos creeis que VOX es extremismo, yo sólo veo sentido de Estado, liberalismo económico real y defens ade los intereses nacionales, de la familia, y de la stradiciones algo que el Partido Progre nunca ha defendido, coger votos de derechas para perpetuar la agenda masónica, satanista y globalista como ha hecho el Partido Progre era una estafa y las crisis económicas y las invasiones migratorias azuzada por el negocio de partidos y ONG´s con la trata de inmigrantes en lugares como Canarias o el alquiler de Hoteles o residencias para meter MENAS o la imposición de la antihumanista ideología de género y las leyes de manipulación histórica han puesto en pié a medio. No Trump, Bolsoranos, Abascal no son ultras ni están equivocados ofrecen soluciones al desmadre en occidente provocado por los hijos de mayo del 68 y en la Iglesia católica si sigue la senda del comunista, masón y hereje Bergoglio pronto habrá un cisma por que la anticatólica agenda globalista y las purgas ideológicas iniciadas por Bergoglio para cabara con la Iglesia católica desde dentro tendrán respuesta antes o después de un modo u otro.
En mi opinión, VOX subirá en las encuetas, no es ni mucho menos una fuerza testimonial. Que llegue a gobernar con mayoría absoluta, me parece que no (el tiempo nos lo dirá). Ahora bien, los partidos a los que suele asimilarse VOX, como los que mencionas (Partido de la libertad, Alternativa para Alemania, la Lega, etc.) tienen idiosincrasias muy particulares y yo no me atrevería a asimilarlos tan abiertamente. Responden a fenómenos específicos entre los que, por supuesto, se incluye un rechazo al globalismo imperante y una reivindicación de las naciones y su soberanía. Salvando las distancias, es la respuesta romántica al universalismo racionalista de los siglos XVII y XVIII.
En cuanto a lo de “extremismo”, no considero a VOX extremista en la medida en que seguir cartografiando el mapa político español de manera espacial (izquierda, derecha, centro) no lo veo muy conveniente. En este sentido, ¿cómo situar extremos sin un centro con el que relacionarlos?
Sin embargo, creo que hay algo en lo que coincidimos plenamente, VOX está recogiendo una agenda de temas y preocupaciones que ha sido desoída por incómoda, problemática y embarazosa por el resto del arco parlamentario. La partitocracia española (seguramente extrapolable a otros países) no ha querido enredarse en asuntos comprometidos que afectan al común de los mortales. Ha optado por desentenderse de la nación o la patria, por no hacer frente seriamente a la cuestión migratoria, por no señalar cuál es la línea que separa la defensa de la igualdad y el ridículo más bochornoso. En efecto, en todo ello estoy de acuerdo. De ahí que considere a VOX ese partido que nos hace pensar y cuestionarnos muchas cosas, por lo que habríamos de estarles agradecidos.
Sea como fuere, gracias por comentar y entablar el debate. Es un placer.
Simplificando mucho, un pequeño matiz: creo que VOX no cuestiona la democracia. VOX pone en cuestión ESTA democracia, como hacemos todos los que tenemos dos dedos de frente.
VOX cuestiona esta democracia como Ortega cuestionó la República a los cuatro días de su proclamación.
VOX es un partido radical que no tiene miedo a plantear cuestiones radicales con toda crudeza porque sabe que ahí radica su principal atractivo frente a la política ramplona y cortoplacista de los demás.
Ése es su principal interés y la clave de su éxito.
Por eso coincido con Ud: en el fondo, al margen de simpatías personales, es una bendición para España.
Más pronto que tarde se irá convirtiendo en un partido de gobierno, gracias entre otras cosas a la estupidez galopante de los «genoveses» que cada vez que abren la boca le regalan mil votos, pero no con mayoría absoluta que, por otra parte, no es buena medicina. Me gusta más cómo árbitro y controlador de la bitácora.
Desde luego, VOX pone en cuestión la manera en que se ejerce el poder en este momento y de esta manera, pero también violenta algunos principios fundamentales que habíamos dado por supuestos. Creo que todos hemos pecado un tanto del «fundamentalismo democrático» que denunciaba Gustavo Bueno dando por hecho cuestiones que debieran ser debatidas. En cualquier caso, toda democracia que se precie debe estar a la altura de las circunstancias y aceptar el envite de discutir cualquier cuestión. No hay que dar nada por seguro, por certero o claro. Y ese varapalo a lo comúnmente aceptado es de agradecer.
Cs no pasó de 33 escaños a 3, sino de 36 a 6. Un tortazo igualmente.
Muchas gracias por leerlo, comentar y el chivatazo. Lo corrijo ahora mismo (como supongo que has podido intuir, soy de letras). Un abrazo. Sapere aude!
Para ser bastante crítica con todos los partidos, yendo al detalle y poniendo ejemplos, ni en el artículo ni en esta contestación eres crítica con VOX en los aspectos negativos (que tiene muchos) y solo alabas las cosas buenas (que ciertamente las tiene). Flaco favor a éste partido que manipula y miente a mansalva y con descaro como hacía Trump. Como están haciendo otros medios de muchos ámbitos y espectros
Muchas gracias por leerlo y comentar. Ciertamente, he de reconocer que el enfoque de este artículo era distinto al que planteas. Se han escrito tantas cosas sobre esta formación, tantas denuncias y proclamas sobre sus funestas medidas que entendía que faltaba apuntar la carencia de un proyecto creíble que recoja los problemas reales señala y que los partidos de Gobierno no han sabido o querido afrontar. Me parece que sin un programa alternativo serio y cabal, seguirán creciendo como la espuma. Es una opinión personal. Un saludo.