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Hambrientos de vida en un mundo desnutrido: la sana rebelión de la locura

Stay hungry, stay foolish (1)

No es santo de mi devoción el mordedor de la manzana, aquel que levantó desde la nada aquella multinacional que nos tiene a todos puntualmente sincronizados y entallados con cables y señales, sin embargo, hoy recojo algunas de sus palabras que a su vez fueron recogidas por él mismo de otros y os digo, desde este espacio mohoso y humeante que a duras penas me cobija: manteneos hambrientos, manteneos alocados[1].

Efectivamente, alocados, he dicho alocados y me reafirmo. Alocado, propio de la locura. No espero ofender a nadie con estas palabras y, si lo hago, lo hago apuntando al lugar correcto, dando en la clave del asunto que nos concierne. Os quiero alocados para que podáis mantener la salud mental (que no es sino salud física) en un mundo enfermo. Os quiero fuera de la norma porque la normalidad hoy en día agarrota vuestros músculos. Os quiero locos, locos, hijos míos y no, no me refiero a la locura de Ginsberg y los suyos que ansiosamente terminaron sus funestos días entre los barrotes de los psiquiátricos.  Tampoco me refiero a la locura de Iván Karamazov que se vio en el banquillo de los acusados señalado por sus semejantes. No hablo de la locura romántica del genio ni la histeria de las incomprendidas. No, me refiero a la locura viva, a la locura salvaje que despliega potencial de salud, que ilumina cada espacio indómito de este mundo que fenece a toda prisa pedaleando en la rueda del hámster fingiendo ser Dios. No hay mayor loa a la salud mental que huir de las conductas aberrantes de una vida frenética que ha perdido el norte si es que alguna vez supo dónde se encontraba.

Por eso insisto: más allá de la corrección política que limita el poder del lenguaje y sus palabras, efectivamente, manteneos locos y hambrientos. Hambrientos de conocimiento, de curiosidad, hambrientos de reflexión y de pensamiento. Hambrientos de carne, hambrientos de llanto, hambrientos de amor. Porque este mundo os ha desnutrido, os ha quitado cada forma diferente de existir, cada manera extraña, genuina y propia de pisar la tierra para vendérosla a precios inasumibles, para exhibirla en reels infinitos. Nos ha cercenado en nuestra capacidad de ser ser humano si es que acaso eso significa algo.

Manteneos locos y hambrientos. Huid, huid de las redes ahora que podéis, escapad, escapad del tiempo sin reloj del emprendimiento, muy lejos, muchachos. Escapad de este mundo arruinado que contamina, contamina, contamina. Humo, humo, humo, tóxicos empaquetados en envases de plástico llenos de pesticidas.  Días que abogan por la salud mental y políticos que se rasgan las vestiduras por la falta de ayuda psicológica en hospitales, centros asistenciales, sanidad pública. Datos que nos abruman, historias que nos impactan, casos que nos interpelan.

Y, con todo, no nos cuestionamos el origen de ese sufrimiento, la causa de ese envenenamiento neurológico. No lo veremos en las televisiones, tampoco en periódicos o revistas que buscan titulares que sigan manteniendo vivo y ardiente el ritmo de la autodestrucción. Seguimos quemando leña en la hoguera de la modernidad y acabamos con el Amazonas. ¿De dónde viene esta soledad, de dónde esta tristeza, de dónde este llanto, hijos míos? Los hemos diseñado nosotros mismos a golpe de algoritmos y máquinas de vapor. Son nuestra criatura, son los sustratos del individuo siendo in-dividuo, creyéndose á-tomo, sabiéndose Dios.

Por eso, repito una vez más: manteneos hambrientos, alocados y huid. Huid, huid, por favor,  y hacedlo rápido. Este mundo es un laberinto que atrapa a cualquiera. No estáis a salvo. Manteneos alocados y hambrientos porque es la única manera de manteneros sanos y despiertos. Alocados en un mundo lo suficientemente cuerdo como para vender dosis de cordura cancerígena y normalidad infectada. Huid, reíd, volad.

 

[1] La frase «Stay hungry, stay foolish» («Mantente hambriento, mantente alocado») fue empleada por Steve Jobs en su discurso de graduación en la Universidad de Stanford en 2005, no fue originalmente acuñada por él. Esta expresión había aparecido previamente en el último número del catálogo de Whole Earth, una publicación relacionada con la contracultura y la tecnología fundada por Stewart Brand.

La frase completa decía: «Stay hungry, stay foolish. And I have always wished that for myself» («Mantente hambriento, mantente alocado. Y siempre he deseado eso para mí mismo»). Aunque la expresión no fue original de Jobs, él la hizo famosa al incorporarla en su discurso y se ha convertido en una cita icónica asociada a su legado.

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