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Hedonistas, adanistas, risueños: la generación de cristal

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Generación de cristal la llamáis. Les disteis pantallas cargadas de veneno que circulan por tierra, mar y aire a velocidades antaño inimaginables y colonizaron cada una de sus plataformas. Terminaron adictos y hambrientos. Les disteis un sinfín de comodidades que más tarde les fueron usurpadas por los vestigios inefables de las crisis financieras y deudas. Y se subieron a los andamios y se bajaron de ellos para vivir en sus carnes las penurias de la miseria. La llamáis la generación de cristal y aguantaron día tras día con sus familias esa época de llanto, miseria y colas de hambrientos. La llamáis la generación de cristal y supieron abrirse camino de un modo u otro, descalabrados y ateridos en busca de un contrato laboral que les permitiera murmurar no sin temblor “esta boca es mía”. Hicieron lo que pudieron con lo que tenían, como hacemos todos, como seguimos haciendo.

La llamáis la generación de cristal y aguantaron injusticias de un lado u otro en lenguas incomprensibles, en lugares angostos, y volvieron a sus casas con sus familias para intentar formar la suya propia en su país. La llamáis la generación de cristal y consiguieron criar sus retoños sin libros de instrucciones, sin una comunidad que la sostuviera, con trabajos precarios, con esperanzas cercenadas, con sueño, con modernidad envenenada, con trampas dulcificadas.

La llamáis la generación de cristal porque les disteis goces sensuales en vez de libros, le robasteis la filosofía gota a gota para sustituirla por tentaciones, colores, vibración. Os interesaba que sus mentes estuvieran anuladas por los estímulos incesantes de las redes y el mercado y aún así se atrevieron a pensar, osaron cuestionar, quisieron seguir.

La llamáis la generación de cristal y ésta se alza superviviente, con cicatrices, con secuelas y marcas. No son la gran generación de antes, no tienen esa cultura, saber estar. No, no, ellos son hedonistas, adanistas, risueños. Sí, sí, todo eso y más. Insolentes, libertarios, pero siguen, siguen y siguen que es más de lo que puede decirse de vosotros. Hoy sigue esta generación desastrosa paso a paso y osa miraros con desdén mientras os desvanecéis en un sofá deformado por el tiempo.

La llamáis la generación de cristal y lo es, y tanto que lo es, ya os encargasteis vosotros de que lo fuese. Pero os olvidáis de que esta generación de cristal ha hecho trizas el vidrio que la atrapaba. Olvidasteis oportunamente que Saturno se atragantó en su intento de acabar con sus retoños. No esperéis que extraigan limonada de los limones que les ha reparado la vida, no la esperéis, viejos cansados, no llegará. La ambrosía amarga de su historia es el relato de lo que vosotros no os atrevisteis. Mirad como danza esta generación de cristal seguramente hacia su perdición, seguramente, no tienen remedio. ¿Qué decirle a esta odiosa generación? Muy poco, me conformaría tal vez con contemplar victoriosa la estela que deja su danza mortuoria y elevar la voz anunciándoles: “no lo dudéis, por supuesto que caeremos, caeremos como Ícaro porque somos la generación perdida, la generación de cristal, no temáis, sólo os ruego que ‘si hemos de pisar cristales que sean de Bohemia, corazón’”.

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2 comentarios en “Hedonistas, adanistas, risueños: la generación de cristal”

    1. Muchas gracias, verdaderamente la nostalgia por tiempos pretéritos y el considerar que, como dice el poeta, «todo tiempo pasado fue mejor» en muchas ocasiones nos nubla la visión. Tal y como lo veo, la «generación de cristal» tiene agallas y ha sabido prosperar a su manera en un entorno poco propicio para la vida. Un abrazo.

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