“No suele ser habitual que me dirija a usted a través de una carta,” comienza Sánchez, marcando el tono solemne y excepcional de su misiva. Pero, ¿qué subyace realmente tras este gesto aparentemente transparente y democrático? La reciente carta de Pedro Sánchez a la ciudadanía española, en la que anuncia su reflexión sobre continuar en su cargo tras la admisión a trámite de una querella contra su esposa, nos lleva a preguntarnos sobre la esencia de la política y la responsabilidad de quienes la ejercen.
Sánchez describe un escenario de asedio, un “acoso y derribo por tierra, mar y aire,” no sólo contra su figura política, sino también contra su esposa y, por extensión, su vida personal. Aunque es cierto que la política, en su ámbito más voraz, a menudo no respeta la separación entre lo público y lo privado, es preciso preguntar si la pausa de cinco días en las funciones presidenciales es un acto de introspección necesaria o un teatro político que ralentiza el ritmo gubernamental en momentos críticos.
El presidente enfatiza que detrás de los políticos hay personas, y revela, “soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también.” Aquí, Sánchez intenta humanizar el relato, buscando la empatía de los lectores. Sin embargo, a la luz de una decisión personalísima que pone en jaque el funcionamiento normal de este país con un fuerte eco internacional, debiéramos preguntarle y, en tal caso exigirle, si detrás de su persona también hay un político, es decir, un individuo cuya existencia pública debe ser regida por principios de responsabilidad, diligencia y ante todo, resiliencia frente a las adversidades del cargo que voluntariamente ha aceptado. Si verdaderamente considera que las líneas rojas fueron traspasadas hace mucho tiempo, la dimisión debería ser inmediata, lo contrario somete a las instituciones a un circo mediático de cavilaciones y juegos florales que sólo las deterioran.
Así pues, su enfoque introspectivo, aunque humano y comprensible, plantea interrogantes sobre su capacidad y disposición para liderar en tiempos de crisis. ¿Es acaso admisible que un líder nacional suspenda su labor, crucial para el funcionamiento del país, para meditar sobre ataques políticos y personales que, si bien son desafiantes y dolorosos, son también inherentes a su posición[1]? “Necesito parar y reflexionar,” afirma Sánchez, pero uno debe cuestionar si tal pausa no es un lujo que el ritmo constante de la gobernanza simplemente no puede permitirse.
Más allá de las acusaciones y defensas que Sánchez expone, y que sin duda alguna tienen su lugar y justificación, la verdadera esencia de este asunto radica en la expectativa de que un líder sea capaz de soportar y superar las tempestades, no de retirarse a la calma cada vez que las olas golpean con fuerza. Si aceptamos que cada ataque personal justifica una pausa en la gobernabilidad, entonces, ¿estamos promoviendo líderes resilientes? ¿puede un gobierno permitirse tales lujos en una arena que es, por naturaleza, implacable?
Con todo, si bien es innegable que detrás de los políticos hay personas, no podemos olvidar que detrás de cada persona que asume un cargo público hay, o debería haber, un político preparado para enfrentar las arduas batallas que su elección inevitablemente conlleva. La reflexión, aunque valiosa, debe ser rápida y decidida, nunca a expensas del progreso y la estabilidad de una nación.
Por si fuera poco, en este intricado escenario político, la reciente encuesta del CIS sobre la posible dimisión de Pedro Sánchez[2] se presenta en un momento crítico, sugiriendo una vez más que puede estar al servicio de intereses más políticos que sociales. Aunque no podemos afirmar categóricamente que sea el Gobierno quien directamente encargue estas encuestas, la recurrente coincidencia con sus necesidades estratégicas levanta suspicacias.
Estamos, francamente, exhaustos de ver cómo se podría estar utilizando el CIS, una entidad pública, en maniobras que parecen beneficiar a quienes están en el poder en vez de abordar las verdaderas preocupaciones de la ciudadanía.
El nada sorprendente posible uso de recursos públicos para calmar tormentas políticas personales o para reafirmar posiciones ya desgastadas no sólo es una práctica cuestionable, sino que también refleja una desconexión preocupante entre nuestros líderes y las responsabilidades que deben asumir. Más allá de la política, esto nos afecta a todos, minando la fe en el sistema y en aquellos que deberían representarnos con integridad y dedicación.
Concluyendo, como bien apuntaba George Orwell, “en tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”. A pesar de que desde el PSOE y el propio Pedro Sánchez puedan percibir como antidemocráticas las críticas que surgen incluso entre aquellos que pueden empatizar con su situación personal, es esencial recordar que la búsqueda de la verdad y el ejercicio de una crítica reflexiva y fundada sobre las decisiones políticas no solo son actos de buena ciudadanía, sino también de genuina valentía. En una era donde la veracidad es a menudo eclipsada por la conveniencia política, afirmarse en la verdad y en el escrutinio juicioso no es simplemente un derecho, sino una necesidad imperiosa para preservar la salud y la transparencia de nuestra democracia. Así pues, en medio de esta jornada de reflexión sobrevenida, no me queda sino repetir una vez más: spere aude ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!
[1] No niego que no es lo deseable y que es imperioso reflexionar sobre las penurias de la mediatización de la política y su inserción en redes sociales, pero ser presidente de España exige altura de miras y no un ir y venir de acusaciones y estratagemas de las que todos son en buena medida partícipes.
[2] (2024, abril 26). La encuesta del CIS sobre Pedro Sánchez: «Me han preguntado si debería irse, seguir o cuestión de confianza». Cadena SER. https://cadenaser.com/nacional/2024/04/26/la-encuesta-del-cis-sobre-pedro-sanchez-me-han-preguntado-si-deberia-irse-seguir-o-cuestion-de-confianza-cadena-ser/
2 comentarios en “Lo personal es político: La pausa de Sánchez en el centro del debate”
¡Gran reflexión!
Hasta ahora, que yo sepa, nadie había planteado el asunto con una perspectiva tan clara.
Y, efectivamente «debiéramos preguntarle y, en tal caso exigirle, si detrás de su persona también hay un político, es decir, un individuo cuya existencia pública debe ser regida por principios de responsabilidad, diligencia y ante todo, resiliencia frente a las adversidades del cargo que voluntariamente ha aceptado».
¡Muchas gracias por eso!
Definitivamente creo que es una reflexión que debía hacerse. En la actualidad, cuestionar (sin por ello despreciar) a alguien cuyos argumentos se basan únicamente en lo emocional y sentimental puede ser difícil de encontrar. Sin embargo, este blog se llama «Incorrección Política» precisamente porque busca ser coherente e íntegro, sin dejarse llevar por correcciones políticas que no responden a la razón. Muchas gracias por leer y comentar una vez más. ¡Un fuerte abrazo!