Víctimas de violencia machista, víctimas de activismo político

Violencia-mujer

Las togas en el punto de mira

Si les soy sincera, me niego a colocar el epíteto de maldad como argumento para explicar las razones que hayan podido conducir al Ministerio de Igualdad a difundir este mensaje mediante la cartelería colocada en la estación Intermodal de Palma, cabe mencionar que el cartel forma parte de una exposición de diferentes posters sobre micromachismos y éste en particular ha sido elaborado por la artista Diana Raznovich. No obstante, creo que no estamos solamente ante un desatinado y grosero comentario, sino sobre todo peligroso. He de confesarlo, no sé a quién se le ocurrió que sería conveniente colocar este cartel con el sello de la Administración en un espacio público.

Desde el momento en que la imagen circuló por las redes sociales profesionales del gremio salieron a la palestra a denunciar en un tono airado el señalamiento que estaban sufriendo por parte del Ministerio con el que colaboran activamente. Unos más educados, otros más enfurecidos se defendían con argumentos sólidos o con insultos de alto voltaje emocional. Ciertamente, es comprensible que juristas y abogados se expresaran públicamente indignados ante un ataque tan evidente, tajante y contundente a su labor.

El cartel no distingue, no contextualiza, no sitúa, no argumenta o explica. El cartel parece no dejar pie a dudas. Es artillería comunicativa de primer orden que manda un mensaje poderoso sin posibilidad de réplica, la comunicación gubernamental tiene ese poder, el sello de la institucionalidad le aporta rigor y credibilidad. Que muchos jueces y magistrados hayan estado en un momento u otro públicamente en desacuerdo con algunas de las decisiones tomadas por el Ministerio con más o menos argumentos es sabido por todos, que ha habido y hay un problema en la magistratura y en otras instituciones estatales que aún reproducen sesgos machistas, también. No nos engañemos, estos problemas serios han de ser atajados y, si todo es como nos han informado, parece que las instituciones llevan mucho tiempo en ello. Cursos de formación, nuevas especialidades, centros específicos, etc.

Evidentemente este arrumaje sexista que afecta al Poder Judicial es de una gravedad incuestionable, España no es una excepción, pero eso no es consuelo alguno, este país ha de enfrentarse al problema de una manera tajante y resuelta, sin dudas ni voceríos. El escándalo de preguntas inquisitoriales tales como el tipo de vestimenta que una víctima de violación llevaba la noche de los autos duelen como puñaladas en el seno de una sociedad que se dice igualitaria. Ahora bien, sin negar ni un instante que aún hay mucho por hacer, lejos queda el tiempo en el que tales vejaciones en Sala no eran discutidas ni tan siquiera eran objeto de escándalo porque era lo normal, lo esperable, lo anodinamente rutinario. No, hoy esas palabras producen rechazo, desprecio y la fuerte negativa de no sólo prácticamente la totalidad de la sociedad, sino también de la magistratura.

Lo siento

Pero nos vamos del foco. Si seguimos debatiéndonos sobre las cuitas entre administraciones y asociaciones nos vamos de lo importante. Mi oposición a la publicidad que desde el Ministerio se le ha dado a este mensaje no reside en el oprobio que vierte sobre una institución, esto, a mi entender, es peccata minuta al lado del daño que puede ocasionar. La pregunta que debemos hacernos es: ¿dónde están ellas? ¿En qué no-lugar les deja a ellas este peligroso, irrespetuoso y errado cartel? Las víctimas de violencia de género, que tienen mucho de víctima, pero ni un ápice de debilidad, quedan a merced del miedo al darse de bruces con este panel. Quienes se preocupan por vestir con faldas las luces de los semáforos y pintar de morado los bancos de la ciudad, ¿han pensado en ellas al dar el visto bueno a este combativo diseño y poner su firma (nuestra firma) bajo el mismo? Una mujer atemorizada que malvive entre palos de un marido brutal lo último que necesita es encontrarse con este mensaje al salir del metro para volver a su tortuoso hogar, ¿qué le queda a esta mujer?, ¿no se les ha ocurrido que esto puede llevar a más de una víctima a no pedir ayuda a las instituciones por miedo al rechazo? ¿Han pensado en ellas? Y si lo han hecho, ¿qué obtusa idea les ha pasado por la cabeza?

El error, si es que esto es un error, es de proporciones mayúsculas. Poco importan las trifulcas que pueden haber entre el Ministerio de Igualdad y la Magistratura cuando lo que tenemos delante son existencias constreñidas por golpes endémicos que rompen costillas y amoratan pieles. Desde la limitada difusión de este pequeño blog me gustaría decirles: por favor, denuncien. No lo duden, denuncien. Estamos con ustedes, a su lado. Ni minifaldas, ni “qué hacías esa noche”, ni “por qué fuiste sola a casa”. Denuncien. No se merecen nada de lo que les haya pasado, su angustia ha de descansar, están a salvo. Ya se acabó. Nadie tiene derecho a ponerles la mano encima, a tratarles como objetos. Ustedes son víctimas, no débiles, pero sí víctimas. La sociedad y la Magistratura tienen la obligación de protegerles, y no sólo la obligación, sino el deseo de hacerlo. El Estado está para ampararles, cogerles entre sus brazos y devolverles lo que en justicia les pertenece. Y el Estado, la sociedad o la nación no es un báculo frío y desgajado, somos nosotros. Queremos escucharles, queremos saberlo, por favor, denuncien. Háganlo público. Ni un día más vagando junto a Dante cabizbaja y agotada. Ni un día más rezando al Dios que fuere porque hoy esté de buen humor, ni un día más sin dormir temiendo por sus hijos. Ni un día más a su merced.

Publicitar desde una institución este cartel y exhibirlo con orgullo combativo es una piedra en el camino que tanto nos ha costado avanzar como sociedad, cada vez más disposición hacer pública una violencia que no hace mucho se vivía en silencio. Cada vez más valor, más recursos, cada vez más concienciación y movilización para gritar a pleno pulmón que se vive un infierno, que se está perpetrando un latrocinio, que se convive con el espectro mortecino del miedo. Seca y ruda es la bofetada que ha propinado ese cartel, pero no ya a los magistrados, no ya a los jueces, ni siquiera a las víctimas. Este cartel es una bofetada a todos.

Insisto, por favor, no lo dude ni un instante, tendrá apoyo, tendrá seguridad y tendrá a alguien que le escuche. No puedo decirle que el camino será fácil porque desde luego no lo será, pero valdrá la pena y será con creces más esperanzador que una vida entre garrotes. Poner en conocimiento de la justicia y de la sociedad su desamparo es algo que deberíamos agradecerle de corazón. El valor que requiere es inconmensurable. Ese cartel puede tener sentido desde el activismo artístico y cultural, pero sin un contexto apropiado, sin un debate y un marco propicio se convierte en un artefacto letal para quienes pretende defender. La responsabilidad en modo alguno es de la artista, sino del Ministerio. Pero eso ahora no importa, lo que importa es usted. No lo olvide, por favor, denuncie. Ni un día de sufrimiento más. La vida es miserablemente corta y merecen vivirla usted y sus hijos sin marcas en sus rostros, sin roturas en sus huesos, sin desgarros en sus vaginas. De veras, infinitas gracias por denunciar y, entendiendo que las instituciones nos representan a todos, en lo que a mí respecta, lamento muchísimo el mal que haya podido ocasionar el cartel. Lo siento de corazón. Gracias por seguir.

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